Las sustancias perfluoroalquiladas se han utilizado durante décadas en muchos sectores y en innumerables productos debido a la utilidad que ofrecen. Como consecuencia de este uso generalizado, ahora pueden encontrarse los compuestos de PFAS por todas las cuencas hidrográficas y los suelos, y en algunos casos incluso en el aire que respiramos.

Dada su presencia ubicua y la creciente comprensión de los efectos adversos que tiene su exposición para la salud, las naciones de todo el mundo están empezando a implantar normativas más estrictas para limitar el uso futuro de los compuestos de PFAS, medir el alcance total del problema y emprender la monumental tarea de remediarlo.

La medición precisa de los compuestos de PFAS en diversas matrices será parte integral de todos estos esfuerzos.

La mayoría de las personas hemos estado expuestas a las PFAS y cada vez hay más preocupación debido a su extrema persistencia, su bioacumulación y su relación con efectos adversos en la salud humana. En muchos estudios se han investigado estas preocupaciones y organizaciones como la National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES) llevan midiendo las PFAS en sangre en la población estadounidense desde 1999. En Europa, las PFAS corresponden a uno de los 18 grupos de sustancias HBM4EU prioritarias investigados por HBM4EU para comprender mejor su exposición y sus efectos sobre la salud. Entre los posibles impactos que tienen en la salud se cuentan:

• Mayor riesgo de cáncer renal o testicular
• Disminución de la respuesta a las vacuna en niños
• Aumento del riesgo de hipertensión arterial o preeclampsia en mujeres embarazadas
• Pequeñas disminuciones en el peso de los lactantes al nacer
• Aumento de los niveles de colesterol
• Cambios en las enzimas hepáticas

La vigilancia humana ha demostrado una disminución de los sulfonatos de perfluorooctano (PFOS) y el perfluorooctanoico (PFOA) en los Estados Unidos, ya que estos productos se han ido disminuyendo gradualmente, pero sigue habiendo preocupación por la exposición a las nuevas PFAS de sustitución.

En los últimos años, la creciente conciencia de los consumidores y la preocupación por los posibles niveles de contaminación por PFAS en el suministro general de alimentos han llevado a una mayor actividad de identificación y cuantificación de estos compuestos químicos en los productos alimentarios y los envases que son fuente de exposición para los consumidores. Los defensores de la salud pública están instando a la industria alimentaria a que actúe cuanto antes dada la preocupación por los riesgos que estos compuestos tienen para la salud. En esta misma línea, son muchos en la industria alimentaria comprometidos por eliminar de forma gradual el uso de PFAS en los envases, el procesamiento de los alimentos, los materiales en contacto con los alimentos y la fabricación. El suministro general de alimentos en el mundo actual es una compleja dinámica de entradas y salidas interconectadas no sólo en el ámbito nacional sino también en el internacional. Las PFAS son sustancias químicas reguladas en la industria alimentaria donde se sabe que se utilizan por sus propiedades antiadherentes y resistentes a la grasa, el aceite y el agua que produce. Se sabe que los productos químicos de PFAS se bioacumulan y que, en ciertos umbrales, pueden producir efectos adversos para la salud. Los productos químicos PFAS entran en la cadena de suministro de alimentos a través de:

• Los productos agroalimentarios (bioacumulación en cultivos y ganado desde el suelo y el agua contaminados)
• Los envases de alimentos (extraíbles y lixiviables directamente en el producto)
• Contacto con alimentos (equipos de fabricación y procesamiento, utensilios de cocina)
• Flujos de residuos de alimentos sólidos y líquidos (residuos contaminados acumulados en vertederos)

El análisis de los contaminantes químicos PFAS no desaparecerá simplemente con la eliminación gradual de su uso en la industria alimentaria. Las implicaciones de su uso anterior serán motivo de preocupación para la salud de los consumidores en el futuro previsible de estos “productos químicos para siempre”.

El cannabis y el cáñamo pueden cultivarse utilizando una variedad de técnicas, pero el cultivo al aire libre en el campo es el más común para el cáñamo debido al coste relativo y la escala de las operaciones. Sin embargo, las plantas de cáñamo tienen fuertes propiedades fitodescontaminantes, con capacidad para extraer metales pesados y otros contaminantes tóxicos del suelo. Debido a estas propiedades, el cáñamo industrial se ha venido utilizando históricamente para limpiar los isótopos radiactivos, incluso después de la fusión nuclear de Chernobyl en 1986. Estudios recientes sugieren que la plantación de cáñamo fibroso en zonas contaminadas es también un medio viable para la eliminación de las PFAS. De entre muchas variedades de plantas exploradas, se ha demostrado que las plantas de cáñamo ofrecen una eliminación superior de las PFAS en aguas subterráneas contaminadas¹.

Cuando el cannabis y el cáñamo se cultivan al aire libre, particularmente en regiones donde los incendios forestales son comunes, cabe la posibilidad de que las PFAS se introduzcan en las plantas mediante el uso de retardantes de llama o a través de aguas subterráneas contaminadas. Por consiguiente, hay un interés creciente en analizar las PFAS en las plantas de cannabis y cáñamo y sus productos derivados para garantizar la inocuidad de los productos finales para los consumidores finales.

Las PFAS en los cosméticos pueden suponer un riesgo para la salud humana por exposición directa e indirecta, así como un riesgo para la salud del ecosistema a lo largo del ciclo de vida de estos productos. En un estudio reciente² de 231 cosméticos de uso común, investigadores de la Universidad de Notre Dame detectaron altos niveles de flúor (un indicador de PFAS) en el 63 % de las bases de maquillaje, el 55 % de los productos labiales y el 47 % de las mascaras. En los Estados Unidos, la FDA está supervisando este tema y recientemente se ha presentado un proyecto de ley, “No PFAS in Cosmetics Act”. California aprobó una ley de cosméticos exentos de tóxicos, que prohíbe el uso de PFAS en los productos cosméticos y de cuidado personal que se vendan o fabriquen en el estado. El Reglamento de la Comisión Europea sobre productos cosméticos se va a revisar a finales de 2022 y se prevén acciones en relación a las PFAS.